Según el Dr. Jaramillo, existen dos errores al escoger pareja.
Primero: nunca decidirse a fondo por ninguna, porque se está lleno de miedo y de temor por el compromiso de un amor serio.
Segundo: decidir casarse sólo porque la pareja tiene algún atractivo favorable para él o para ella.
Muchos enamoramientos llegan a un término porque las parejas fundan su amor en la apariencia de ser ricos, o muy atractivos, o de buena familia.
Empero, este tipo de relaciones sirven únicamente para mejorar un estatus económico-social, y después de unos meses, entre ellos ni siquiera se puede llegar a la amistad.
El hombre y la mujer, para ser afines en una vida en pareja sin tedios ni desesperaciones, deben considerar además de la primera impresión si su química les muestra el ser espiritual, si se reconocen en el otro y si pueden ver en la transparencia de sus ojos los mismos mundos y las mismas realidades. Serán afines si los sentimientos de los dos se enlazan en emociones similares, en una misma vibración sobre la verdad, la belleza y bien.
Así, el erotismo se hace presente al acariciar el alma con ternuras y calores en la piel de ambos. Y finalmente, las culturas familias, amigos y educaciones no deben intervenir dentro de su relación. De esta manera evitarán fracturas posteriores por exceso de diferencias, una vez que compartan una sola vida bajo el mismo techo.
Afirma que para tener pareja es necesario estar limpio del alma, sin ataduras ni miedos, para ser libres los dos; sólo así pueden adquirir el compromiso del amor. Más aún, la gente no debe casarse porque ya les llegó la hora, sino porque ya recibieron la bendición del amor y se ven maduros ambos para evolucionar juntos y aumentar su pasión.
Así, el amor va más allá de los intereses económicos, sociales y sexuales, porque cuando alguien se motiva sólo por uno de ellos, se desvanece la presencia del amor.