Hasta entonces yo había “sobrevivido” de las opiniones ajenas, algunas recibidas con desgano y otras con beneplácito; creía lo que por termino medio se cree, hacía lo que se hace, gustaba como se gusta de la vida y en ocasiones incluso me revelaba como y contra lo que uno suele rebelarse; arropado por la s tradiciones, sostenido por los valores y principios inculcados, llevado y traído por la existencia común mi vida transcurría con relativa placidez.
Pero en cierto momento se dio, cuando sentí con estremecimiento, que el suelo de todas mis creencias que hasta entonces me había sostenido se habría bajo mis pies y mis convecciones de siempre repentinamente se me volvían extrañas; antes me eran tan evidentes que ni siquiera reparaba en ellas, pero ahora que se me ocurrió preguntarme a mi mismo por el sentido de mi existencia y la razón de mi ser, y al no encontrar una respuesta total y satisfactoria, está pregunta me ha llevado a una instancia, que a su vez me ha conducido a otra, y a otra, y a otra…
que siento ya no estar tan seguro de mí, y dudo de casi todo; el mundo en el que vivo y me desenvuelvo de repente se me ha convertido en un gigantesco escenario con un decorado en donde nada es lo que aparenta ser.
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